7/10/09

En otra despedida

Para H.


lo que aprendí de mis amigos
es que después del naufragio
ya nada volvía a ser lo mismo

yo lloraba aferrada a una tabla roída de madera
húmeda ennegrecida por la sal de tantas olas
y eran ellos quienes no me comprendían
y ni siquiera tenían el valor de pronunciarlo

luego quedaba el silencio
y una sala vacía de sillas
muchos papeles blancos
sin ningún poema
en ninguno
de ellos

y sin embargo
fueron mis amigos
y quizás me hicieron sentir sola
pero más humana

y sin embargo
sus rostros
aparecían en mis poemas
(sus rostros
como un milagro
o como una venganza)

estas palabras que caen
de mis dedos
sobre un teclado negro
y aparecen luego en la pantalla blanca
no son para redimirnos
no sirven para el perdón ni el olvido

estas palabras son esa tabla
a la que me abrazo
cuando la tormenta ya hace tiempo que devoró el paseo del mar
y ya no queda ni rastro de la niebla de aquel otoño
en que nos conocimos

en estas palabras está el recuerdo de ti
que no son sólo los buenos momentos
sinó también los malos malísimos y los peores
los no-momentos en que ya no existíamos juntos
la paz que rompimos
la guerra fría en que la habitábamos
estos últimos meses

las escribo por que no puedo decirlas
las escribo por que no puedo escoger no hacerlo

alguna noche nos recordaré
sentados en el banco de madera
delante del mar
esperando tantas cosas
mirando al cielo
como si se nos tuvieran que caer todas encima

ahora vas a buscarlas
pronto yo también me iré
y cuando volvamos
a encontrarnos
seremos otros
quizás los mismos

y ojalá podamos volver a desencontrarnos


c.